Territorios para la Soberanía Alimentaria. Una experiencia en torno al maíz raza Jala


Territories for Food Sovereignty. An experience around the maize race Jala


Jesús Antonio Madera Pacheco

Citlali Vázquez Quezada

Dagoberto de Dios Hernández


Recibido: 08/04/2022 • Aceptado: 16/05/2022

Publicado: 30/05/2022

Resumen

En Nayarit, la promoción del Estado hacia un tipo de producción agropecuaria vinculada a cadenas globales de exportación, al menos en los últimos veinte años, permitió la llegada de agentes empresariales a territorios históricamente vinculados con la producción campesina de alimentos. Tomando como caso de estudio el ejido de Coapan, en el municipio de Jala, Nayarit, el objetivo de este artículo es identificar las reacciones de las familias campesinas ante las intervenciones externas en su territorio en aras de continuar con sus proyectos de vida y de permanencia rural en torno al maíz raza Jala.

Apoyado en la propuesta teórica de una perspectiva centrada en el actor y metodológicamente en la investigación acción participativa revalorizadora, este artículo da cuenta de algunos hallazgos y resultados a través de los cuales se documenta que, a pesar de la pandemia de Covid-19, y de las interacciones, negociaciones y disputas frente a los diversos agentes y actores externos, las familias campesinas del ejido de Coapan comenzaron a cuestionarse en qué momento cambiaron las formas de producción, uso y consumo de sus alimentos, así como las formas de relacionarse con el ambiente. Hay en curso diversas experiencias familiares que pueden ser consideradas como semillas y retoños para la transición agroecológica, cuidados por las manos animosas de mujeres y jóvenes, abonados por los saberes de las y los abuelos y con las infancias que observan y aprenden de estos procesos en Coapan, Nayarit.

Palabras clave

Soberanía alimentaria, acción participativa revalorizadora, transición agroecológica, maíz

Abstract

In Nayarit, the promotion of the State towards a type of agricultural production linked to global export chains, at least in the last twenty years, allowed the arrival of business agents to territories historically linked to peasant food production. Taking as a case study the ejido of Coapan, in the municipality of Jala, Nayarit, the objective of this article is to identify the reactions of peasant families to external interventions in their territory to continue with their life and permanence projects. rural around maize race Jala.


Supported by the theoretical proposal of an actor-centered perspective and methodologically in revaluating participatory action research, this article reports some findings and results through which it is documented that, despite the Covid-19 pandemic, and From the interactions, negotiations and disputes in front of the various external agents and actors, the peasant families of the Coapan ejido began to question at what moment the forms of production, use and consumption of their food changed, as well as the ways of relating to the community. Ambient. There are various family experiences underway that can be considered as seeds and sprouts for the agroecological transition, cared for by the courageous hands of women and young people, fertilized by the knowledge of the grandparents and with the children who observe and learn from these processes in Coapan, Nayarit.

Keywords

Food sovereignty, revaluation participatory action, agroecological transition, corn

Introducción

Por lo menos desde hace veinte años en Nayarit, el Estado ha promovido la producción agropecuaria vinculada a mercados de exportación, permitiendo y facilitando a su vez la llegada de agentes e inversiones empresariales a territorios históricamente vinculados con la producción campesina de alimentos. En el municipio de Jala, las dinámicas socioterritoriales se han visto modificadas, por un lado, con los vaivenes del Estado y sus camaleónicas intervenciones gubernamentales en lo rural, mientras que, por el otro, con la instalación de proyectos agroindustriales para la producción de hortalizas y de la generación de energía geotérmica. El desfile y presencia de diversos actores y agentes paraestatales, gubernamentales, empresariales, académicos y otros dan cuenta que en Jala se están desarrollando diversas intervenciones e intencionalidades.

En los valles del sur de Nayarit prevalece la agricultura campesina y tradicionalmente de temporal, entre la que sobresale el cultivo de maíz raza Jala, por su condición de ecotipo, único en Jala y en México (López et al., 2017), conocido por los lugareños como “maíz de húmedo” y, que produce los maíces más grandes del mundo. Si bien se han podido documentar elotes con 60 cm de longitud (Rice, et al., 2006), con el trascurso de los años, fenómenos climáticos y la inserción de variedades hibridas, el maíz raza Jala ha perdido esta característica llegando a registrar en torno a los últimos 15 años un tamaño máximo de 48.5 centímetros de longitud (véase cuadro 1).

En un estudio previo, Madera y De Dios (2021) dan cuenta de algunos factores que, presuponen, inciden en dicho deterioro; entre ellos, la agricultura intensiva y agroindustrial “que han impulsado la sustitución de variedades criollas y otros cultivos de subsistencia, por variedades comerciales de maíz ligadas a transnacionales, así como invernaderos para la producción de hortalizas para exportación” (Madera y De Dios, 2021, p. 124). Como resultado de ello, el “maíz de húmedo” no sólo ha visto disminuida su área de cultivo de 300 has a inicios del siglo XX a 30 has en el siglo XXI (López et al., 2017), sino que además su diversidad genética y longitud de mazorca se han reducido drásticamente con un riesgo de extinción inminente. Asimismo, cada vez más son menos los productores, pues si bien se tienen documentados a 24, en su gran mayoría son de edades avanzadas y con reducidas o nulas posibilidades de relevos generacionales, lo que acelera la evolución de un proceso de desapropiación múltiple, material y socio-identitario, que va desde la apropiación de material genético de la variedad Jala, de conocimientos ancestrales, de sobreexplotación de los recursos acuíferos y de la mano de obra local.

El objetivo de este artículo es presentar que junto o más allá de las intervenciones externas, las familias campesinas han sabido reaccionar e identificar, sobre todo en una coyuntura de pandemia, oportunidades y estrategias para continuar con sus proyectos de vida y de permanencia rural en torno al maíz raza Jala, interactuando y relacionándose, a veces con disputas y negociaciones, para la conformación de un territorio, que a través de prácticas de perfil agroecológico, abonan a la construcción de soberanía alimentaria.

Territorios en disputa y reconstrucción con mirada en/desde los actores para la Soberanía Alimentaría

Al menos durante los últimos cuarenta años (1980-2020), el modelo neoliberal adoptado en México ha privilegiado las inversiones extranjeras en aras de promover el “desarrollo”. Sin embargo, aun cuando en el país las empresas transnacionales han obtenido cada vez más poder legitimado y apoyado por las instituciones gubernamentales, bajo la tesis de que si no se llevan a cabo las transformaciones exigidas no se logrará obtener el nivel de empleo y riqueza necesarios; contrariamente lo que ha sucedió es que se han provocado graves problemas nacionales como pobreza, hambre, inseguridad, desposesión y degradación de los recursos naturales (Madera et al., 2016; Madera y De Dios, 2020). Aunado a lo anterior, “el uso de las instituciones estatales para crear oferta y demanda a la carta como parte de los procesos para la obtención garantizada de ganancias” (Madera et al., 2016, p. 9) trae consigo una idea de territorios a la carta con la que se ha permitido el avance, acumulación y desposesión de unos en detrimento de otros (Merchand, 2013).

En las disputas –abiertas o veladas- por la producción campesina de alimentos, se dan confrontaciones también por el territorio y las territorialidades; convergen disputas al interior, pero también frente a intervenciones gubernamentales y sus alianzas –veladas o no- con el capital transnacional de complejos agroindustriales y/o megaproyectos con interés en esos territorios y sus recursos (Madera y De Dios, 2021). Frente a ellas, emergen reacciones y procesos de reconstrucción de identidades colectivas, donde se da cabida a “otros actores y otras voces que, sin derechos de posesión sobre la tierra y sin estar vinculados productivamente a ellas, se pronuncian en ‘defensa del territorio’ y cuestionan las formas hegemónicas de territorialidad” (Paz, 2017, p. 216).

El modelo de desarrollo que se sigue promoviendo a escala global, a pesar de sus adecuaciones constantes, cada día demuestra mayores signos de incompatibilidad con las necesidades básicas de una sociedad creciente en un mundo de recursos finitos, donde los estratos sociales más carentes también son los más afectados. Para sortear ese impasse civilizatorio, una de las alternativas podría ser una transición social que esté fundamentada en colocar como horizonte de acción a la soberanía alimentaria y la agroecología política (Cuellar et al., 2013) que, desde su enfoque transdisciplinar y de diálogo de sabres, potencie la construcción de procesos cuyo aporte teórico sea “focalizado en el conocimiento de los agricultores [campesinas y campesinos] y en su relación con el conocimiento científico y con las instituciones” (Bulhoes y Dal Soglio, 2009, p. 613).

Desde esta perspectiva, entonces, se propone una manera de superar las formas de determinismo, linealidad y homogeneidad institucional, adoptando una perspectiva orientada a la base de procesos de cambio social que diseñan y construyen los actores sociales, tanto locales como externos, en ciertas arenas particulares; quienes participan de un conjunto de batallas entrelazadas por los recursos, significados, control y legitimidad social (Long, 2007; Long y Ploeg, 2011).

Desde los enfoques centrados en el actor y la agroecología política, se plantea pues que sean los propios actores, sus conocimientos y prácticas, el epicentro de las reflexiones. La complementariedad entre ambos abordajes, según consideran Bulhoes y Dal Soglio (2009), se da por el origen teórico diferenciado pero convergentes, puesto que la perspectiva orientada en el actor sostiene que “la producción de novedades y/o innovaciones en la agricultura es un proceso localizado en el tiempo y espacio, dependiente de los ecosistemas locales y de los repertorios culturales, en los cuales la organización del proceso de trabajo es parte fundamental” (Bulhoes y Dal Soglio, 2009, p. 615).

De esta manera, la agroecología como filosofía de acción y conocimiento transdisciplinar, junto con los enfoques centrados en el actor (que reconoce la capacidad de agencia y transformación social de las comunidades campesinas), permiten argumentar que es posible desde lo local la construcción permanente de procesos hacia la soberanía alimentaria basada en las más diversas dimensiones del corolario social y, como una respuesta a la crisis civilizatoria actual, según la proposición de Cuellar et al. (2013).

Metodología para los acompañamientos campesinos en torno al maíz raza Jala

El proceso metodológico adoptado se apoyó en la Investigación Acción Participativa Revalorizadora (IAPR) como parte de una serie de acompañamientos que, para términos de este artículo, se ha centrado temporalmente con mayor fuerza desde 2018 a la fecha en el municipio de Jala; aunque, de manera más específica para este artículo, nos concentramos en el ejido de Coapan con una aproximación académica intensa a partir de enero de 2020 y sigue en curso1.

La IAPR es una propuesta metodológica para el acompañamiento de procesos campesinos, considerando que, en la búsqueda de construcción de soberanía alimentaria, es indispensable el fortalecimiento de un modo de vida comunitario y el respaldo de la transición agroecológica. En términos conceptuales, para Delgado (2013), la IAPR es una propuesta donde:

La investigación [busca] recrear, revalorizar e innovar los saberes locales y los conocimientos ancestrales […para ponerlos a dialogar con] los saberes de las comunidades científicas occidentales, tendientes a promover un diálogo Inter científico que parta del respeto de sus respectivos orígenes, historias, valores y visiones de vida, en la perspectiva de encontrar alternativas conjuntas al sistema capitalista internacional y a la sostenibilidad de la vida en el planeta (Delgado, 2013, p. 3005).

Conforme lo anterior, el cuerpo académico “Actores Sociales y Desarrollo Comunitario” de la Universidad Autónoma de Nayarit retomó en Coapan actividades de investigación iniciadas en 2011. Gracias al trabajo de tesis de maestría de una de las autoras de este documento, se recuperó y dio seguimiento a contactos, informantes y relaciones previamente construidas con familias campesinas. El acompañamiento se reinició en 2020 con dos hijos productores de las familias identificadas hace una década; y a través de la presencia permanente en ese ejido, con apoyo de informantes clave, se fueron invitando a otras familias y actores de Coapan. Los espacios de interacción y articulación se dieron en torno a talleres participativos, visitas a parcelas y eventos comunitarios. La convocatoria y difusión para talleres, reuniones y otro tipo de encuentros se dio en colaboración con autoridades y actores locales quienes convocaron a familias, grupos de productores, escuelas y comunidad en general mediante invitación directa, perifoneo y carteles.

Algunas actividades metodológicas se iniciaron en 2020, pero debido a la pandemia de Covid-19, el trabajo se centró mayormente en la revisión bibliográfica y documental, con esporádicas visitas a campo bajo estrictos cuidados siguiendo los protocolos de salud. Sin embargo, a lo largo de 2021, el gran cúmulo de actividades se retomaron estando algunas acotadas a una fecha específica, mientras que otras fueron simultaneas o alternadas. La observación directa y participante se realizó entre los meses de enero a abril de 2021, llevando registro y evidencias a través de diarios de campo. Al mismo tiempo, se iban re-identificando actores clave a quienes se les realizaron por lo menos 10 entrevistas semiestructuradas. Mientras que en los meses de mayo a julio se planearon y celebraron junto a la comunidad entre 6-8 talleres participativos. Ya entre agosto y septiembre se asistió al Concurso del Elote más grande del Mundo, y se organizó y celebró el I Festival del Maíz en el marco del Día Internacional del Maíz. Los meses de octubre a diciembre se dio continuidad a varias actividades, tanto visitas a campo, observación, reuniones y la coorganización del III Concurso de la Mazorca más Grande del Mundo y el III Concurso de Cocina Tradicional (estos dos últimos eventos, realizados conjuntamente el mes de diciembre 2021).

En síntesis, el proceso metodológico abarcó al ejido completo. De acuerdo con las necesidades de la comunidad, las actividades o talleres se diseñaron, planearon y realizaron con productores de maíz, mujeres cocineras, jóvenes y estudiantes, así como adultos mayores. Se promovió el dialogo de saberes y la participación comunitaria, sin imposiciones ni determinismos por parte del Cuerpo Académico, pues la premisa básica fue que quién vive los problemas, es quien los resuelve. El grupo de investigación apenas orientó.

Territorios de maíz, territorios en disputa

En el municipio de Jala2, Nayarit, la agricultura es predominantemente de temporal en el 98% de tierras cultivables, puesto que, debido a la casi inexistente tecnificación del riego, depende en su amplia mayoría del temporal de lluvias. En cuanto a cultivos en dicho municipio, cabe destacar históricamente el maíz como el principal cultivo hasta la actualidad. De acuerdo con el SIAP (2020), en el periodo 2013-2019, la superficie sembrada y cosechada (ha) representó en primer lugar el maíz en grano (entre el 79 y 87% de superficie cultivada), en segundo lugar el maíz forrajero en verde (de 5 a 8% de la superficie cultivada) y en tercer lugar el maíz en elote (de 2 a 4% de la superficie cultivada); en este mismo periodo y en proporciones similares a este último, figuraron los cultivos de cacahuate, frijol, amaica, garbanzo y tomate rojo (variando entre 1 y 3% de la superficie cultivada). No obstante, la falta de estadísticas, el agave azul y otros frutales como aguacate han venido registrando presencia en el municipio desde hace aproximadamente diez años.

Como parte de las investigaciones realizadas por el Cuerpo Académico, grosso modo se ha podido documentar la presencia de tres tipos de agricultura: i. Temporal-Campesina basada en el maíz raza Jala, en cultivos para autoconsumo y actividades agropecuarias pero dependiente de lluvias o humedad residual; ii. Temporal-Empresarial con condiciones de inversión en infraestructura para captación de lluvia, o extracción y almacenamiento de agua para cultivos agroindustriales como agave, maíces híbridos y otros de comercialización regional; iii. Irrigación-Empresarial que consiste mayormente en los invernaderos para producción hortofrutícola de exportación y que poseen condiciones para invertir en infraestructura tecnificada de extracción e irrigación.

En cuanto al tema de las estadísticas de producción agrícola, vale señalar que muchas veces se excluye (o no se diferencia de las variedades “hibridas”) la producción del maíz raza Jala (también nombrado por los lugareños como maíz de húmedo). Esto se explica por la poca representatividad comercial que tiene, ya que los actuales lineamientos y acuerdos comerciales definen condiciones y características donde los cultivos criollos no tienen lugar. Sin embargo, el maíz Jala sigue presente como un vínculo a las costumbres religiosas y de alimentación tradicional de sus pueblos. Por ello, no obstante, el menosprecio estadístico de que es objeto, en este artículo se pone especial énfasis sobre él en aras de coadyuvar a su rescate y revalorización, como proponen las 24 familias campesinas aún dedicadas a su cultivo y a las que se les ha venido documentando3.

Tanto el uso del suelo como el paisaje agrícola y las dinámicas en el patrón de cultivos del municipio de Jala se han visto trastocadas durante al menos las últimas dos décadas (2000-2020) a partir de la llegada de proyectos agroindustriales bajo el esquema de “agricultura protegida”. El Estado se ha decantado por promover y favorecer el establecimiento de nuevas empresas que aprovechen las condiciones agroclimáticas, hídricas, geográficas y otros recursos con potencial agropecuario, puesto que así la economía agrícola estatal ―sobre todo el subsector de producción hortofrutícola― podría llegar, según el discurso del propio Estado, a incidir en la generación de empleo rural, modernización agrícola y la contribución de divisas, para colocar a la agricultura nayarita como una de las más relevantes del país (Madera y De Dios, 2021).

De lo anteriormente descrito dan cuenta los Planes Estatales de Desarrollo (PED), donde se plantea que la llegada de inversiones externas se podría materializar en megaproyectos e infraestructura agropecuaria conocidos como Corredores agroindustriales (PED 2005-2011), ciudades industriales y cadenas agroalimentarias (PED 2011-2017) y Agro parques (PED 2017-2021).

En ese contexto, la llegada y actual presencia de grandes empresas y conglomerados agroindustriales como Monsanto en el municipio de Santiago Ixcuintla, o de Divemex en Jala, no son obra de la casualidad. El vacío dejado premeditadamente por el Estado ha sido aprovechado por el capital privado (Madera y De Dios, 2021, p. 128).

Para el caso de Jala, en 2010 el entonces gobernador del estado anunció “la instalación de invernaderos en las primeras 25 hectáreas de un total de 900” (Núñez, 2010). De acuerdo con Nieves (2018), la empresa Nasa, de Sinaloa, fue la primera en llegar al municipio para cultivar tomate, sin embargo, en 2018 las instalaciones fueron adquiridas por Divemex para la producción de pimientos (véase imagen 1)4.

Imagen 1. Divemex donde otrora había producción campesina de alimentos

Fuente. Fotografías tomadas por el equipo de esta investigación. Archivo personal.



Imagen 2. Urbanización y agricultura en invernadero: cambios de uso de suelo

Fuente. Fotografías tomadas por el equipo de esta investigación. Archivo personal.

Reconstrucción territorial del maíz raza Jala, semillas para la soberanía alimentaria

El maíz de húmedo (raza Jala), representa la joya que identifica a este municipio en Nayarit, y de manera particular a los campesinos y demás habitantes de las localidades donde se cultiva, no solamente por su importancia en la alimentación tradicional de las familias, sino también porque históricamente se caracterizó por producir “mazorcas de hasta 60 centímetros de longitud” (Hernández, 2007). Sin embargo, con el trascurso de los años y la inserción de variedades hibridas, el maíz Jala ha visto afectadas sus propiedades genéticas (longitud de mazorca), así como también se ha venido reduciendo su superficie y número de productores, poniéndolo en serio riesgo de desaparición; lo anterior, aunado a los pocos relevos generacionales.

Actualmente se vive una lucha constante por recuperar y conservar las características genéticas de este maíz criollo, así como por promover el rescate y revalorización de su cultivo; en este sentido, se ha identificado al menos cuatro estrategias y/o experiencias desde lo local/comunitario, pero también en colaboración con otros actores (académicos e institucionales), aunque no siempre sus resultados parecen ser los esperados.

Una de las primeras estrategias que se implementó5 fue la creación del “Concurso del Elote Más Grande del Mundo”, misma que viene desarrollándose en el municipio de Jala desde 1981 en el marco de las celebraciones religiosas a La Virgen de la Asunción, en torno de la segunda semana de agosto; habiéndose suspendido en una sola ocasión, el año 2020, debido a la situación generada por la pandemia Covid-19. En 2021 la pandemia continuaba y, conviviendo con ella, se retomó la XXXVIII edición del tan esperado concurso. El cuadro 1 permite observar un registro actualizado al de Madera y Vázquez (2018) con los ganadores de este concurso durante los últimos años a partir de 2007.

Cuadro 1. Ganadores del Concurso del Elote más Grande del Mundo

Año

Ganador

Localidad

Medida del elote (*)

2007

José Luis Rodríguez López


36.0 cm

2008




2009

José Antioco Elías Partida

Coapan


2010

Triple empate:

  • José Luis Rodríguez López

  • José Antioco Elías Partida

  • Francisco Hernández Aquino


  • Coapan

  • Villa de Jala

36.0 cm

2011

José Antioco Elías Partida

Coapan


2012

José Antioco Elías Partida

Coapan


2013




2014

José Antioco Elías Partida

Coapan

43.0 cm

2015

Domingo Fránquez Flores

Coapan

44.0 cm

2016

José Carmen Gómez Rodríguez

Jala

45.0 cm

2017

José Carmen Gómez Rodríguez

Jala

48.5 cm

2018

José Manuel Gómez Rodríguez


47.0 cm

2019

Jesús Nazario Elías Moctezuma


43.0 cm

2020

Suspensión por la pandemia COVID-19

2021

Antonio Aquino Preciado


43.0 cm

(*) Longitud que comprende solo la parte que contiene los granos.

Fuente. Elaboración propia.

Si bien el Concurso del Elote se considera importante, en los últimos 15 años se ha percibido también que, la precipitación de los productores para tener ejemplares y poder participar del evento, pudiera ser una de las razones por las que los granos no llegan a madurar y por ende el tamaño de las mazorcas se reduzca. Aunado a lo anterior, en algunos años, dicho Concurso resultaba paradójico pues los “premios” otorgados a los ganadores consistían en insumos químicos e implementos que jugaban en contra del propósito de revalorizar la agricultura tradicional y rescate de semillas nativas.

En 2018, con el fin de motivar la conservación de la semilla del maíz Jala, se inició el “Concurso de la Mazorca más Grande del Mundo” (véase cuadro 2) buscando incentivar que las familias campesinas realizaran el cultivo hasta la obtención de la mazorca, es decir, cuando los granos ya están completamente maduros, y con ello asegurar su continuidad. Este evento se realiza en el mes de diciembre.

Cuadro 2. Ganadores del Concurso de la Mazorca más Grande del Mundo

Año

Ganador

Localidad

Medida de la mazorca (*)

2018

José Carmen Gómez Rodríguez

Villa de Jala

38.5 cm

2019

Jesús Nazario Elías Moctezuma

Coapan

39.5 cm

2020

Suspensión por la pandemia COVID-19

2021

Lenni Elías Fránquez

Coapan

40.0 cm

(*) Longitud que comprende solo la parte que contiene los granos.

Fuente. Elaboración propia.


Imagen 3. Estrategias para promover y revitalizar el cultivo de maíz raza Jala

Fuente. Fotografías tomadas por el equipo de esta investigación. Agosto 2021 y diciembre 2019. Archivo personal.

También en 2018, junto al “Concurso de la Mazorca más Grande del Mundo”, se inició con el “Concurso de Cocina Tradicional Asociada a la Milpa”. Ambos se realizaron en un evento conjunto durante el mes de diciembre. Éste busca resaltar la diversidad de productos alimenticios que se cultivan en la zona o se encuentran asociados al sistema milpa; entre ellos, calabazas, frijoles, cacahuates, jamaica, diversidad de frutales, quelites, etc. Vale destacar que el maíz raza Jala tiene gran importancia en la cultura gastronómica local; pues se utiliza en la preparación de alimentos como tamales, gorditas de maíz, tortillas, pozole, entre otros.

Asimismo, en 2021, en el marco de celebraciones por el Día Nacional e Internacional del Maíz6, por primera ocasión en el ejido de Coapan, a la sombra del emblemático Huanacaxtle que se encuentra en su Unidad Deportiva, tuvo lugar la celebración del “1er Festival del Maíz de Húmedo (Raza Jala)”. Éste fue promovido como parte de las actividades de investigación e incidencia en torno a procesos de Agroecología y Soberanía Alimentaria que se venían acompañando desde el cuerpo académico “Actores Sociales y Desarrollo Comunitario” de la Universidad Autónoma de Nayarit, aunque arropado decididamente por la comunidad.

Pero ¿por qué un Festival del Maíz en el municipio de Jala? Y, más concretamente, ¿por qué un festival del maíz raza Jala en Coapan, Nayarit?, Siendo este ejido y (el municipio de Jala, en su conjunto) centro de origen de una de las 64 razas de maíces nativos que aún se conservan en México, dicho evento se concibió como una muy buena oportunidad de reconocer lo que se viene realizando ahí (a las faldas del volcán Ceboruco). En el marco del evento se dieron cita los sabores, olores y colores de los productos de la milpa para compartirse lo más horizontal posible a través de diálogos de saberes intergeneracionales, pero también de géneros, promoviéndose también la degustación, el intercambio y la venta de alimentos a base de maíz. Se celebraron además conversatorios, voces testimoniales, talleres, concursos de dibujos y cortometrajes, así como composiciones musicales que nos permitieron adentrarnos en las historias familiares y comunitarias en torno al maíz raza Jala; aunque también, de manera festiva y propositiva a mostrar sus caminares a favor del fortalecimiento de sistemas alimentarios campesinos biodiversos en torno a la soberanía alimentaria.

Cuatro experiencias en/desde lo familiar-comunitario para la construcción de otras territorialidades en torno de los saberes y haceres

La conservación de saberes campesinos es importante pues integran y reconfiguran las memorias individuales y colectivas. De acuerdo con Traverso (2006, p. 73), “la memoria es una construcción, está siempre filtrada por los conocimientos posteriores adquiridos, por la reflexión que sigue al acontecimiento, o por otras experiencias que se superponen a la primera y modifican al recuerdo”.

A través del tiempo, el cultivo de maíz raza Jala ha venido perdiendo representatividad e importancia en las parcelas de los jaleños. Las razones expresadas por los campesinos son variadas, pero la gran mayoría habla del bajo valor comercial y, por ende, poca rentabilidad económica. No obstante, aunque en minoría, para algunas familias la variedad de maíz Jala sigue siendo importante para el autoconsumo y como un referente fundamental para la identidad en la comunidad y la familia. Esta minoría se ha mantenido en una lucha constante por conservar esta semilla criolla y sus persistencias se alojan en una resistencia que, aunque pasiva, recobra fuerzas en las memorias generacionales de las familias, principalmente las memorias transmitidas de padres a hijos. Para Walter Benjamin, la “experiencia transmitida (Erfabrung) se perpetúa casi naturalmente de una generación a otra y va forjando las identidades de los grupos y las sociedades en la larga duración” (en Traverso, 2006, p. 68).

Sólo a manera de ejemplo, retomamos cuatro casos familiares-comunitarios del ejido de Coapan en torno al cultivo de maíz raza Jala y la transmisión de identidades campesinas intrafamiliares de padres a hijos:

Familia 1.- Se tuvo acercamiento con el padre desde el año 2013, quien hasta entonces figuraba como uno de los principales guardianes del maíz Jala en todo el municipio. Padre de 8 hijos (6 hombres y 2 mujeres), les enseñó las labores del campo y especialmente les transmitió saberes para seguir conservando las características genéticas de esta raza de maíz nativo. Este padre de familia falleció en el año 2015, dejando todo un legado familiar. Cabe mencionar que, este campesino trabajó en Estados Unidos en labores del campo en la época de los “Braceros” (en la primera etapa con permisos que duraron hasta 1987), aunque sus periodos de trabajo en el extranjero eran temporales, nunca dejó de sembrar, por lo que siempre quedaba su parcela a cargo de los hijos. Actualmente, los 6 hijos hombres se dedican a las actividades relacionadas con el campo, entre la agricultura de temporal y la ganadería. De igual manera, las trayectorias de vida de los hijos también han estado vinculadas al fenómeno migratorio hacia Estados Unidos, donde permanecieron trabajando durante algún periodo de sus vidas y finalmente retornaron.

I


imagen 4. Esquema familiar del cultivo de maíz Jala, Coapan

Fuente. Elaboración propia.

Dado el valor que el maíz raza Jala representó para este padre, se dio al cuidado de enseñar a sus hijos las formas ancestrales de su sembrado, especialmente el cuidado en la posición de la luna para determinar los días de siembra (acostumbraba el lunes de pascua para la misma). Actualmente, los 6 hijos siembran el maíz Jala en sus parcelas y resguardan los métodos que su padre les enseñó. En el proceso de sembrado, conservan y practican la forma tradicional con yunta, actividad que en especial el hijo mayor (hijo 2, hombre de 50 años de edad, en imagen 4) sabe desarrollar muy bien y lo hace distinguirse entre los campesinos de Coapan. De igual manera, el cuidado y conservación de la semilla ha formado parte del celo familiar.

El caso de esta familia resulta importante. Si bien, la primera generación ha logrado con éxito transmitir la identidad y saberes en torno al cultivo de maíz Jala, en la segunda generación se vislumbra una incipiente prolongación; tal es el caso del hijo número 5 (véase imagen 4), hombre de 45 años de edad, quien actualmente vincula a su hijo en todas las labores del campo, en especial la siembra del raza Jala. Este niño de 10 años de edad (véase imagen 5), acompaña a su padre en todas las labores que conlleva la siembra de maíz, desde la preparación de la tierra, siembra, hasta la cosecha. En los últimos tres años (2018-2021) han estado involucrados de manera conjunta en el “Concurso del Elote más Grande del Mundo”, al grado de que en el año 2019 obtuvieron el segundo lugar entre todos los competidores del municipio de Jala. Este concurso también ha motivado el cultivo de la semilla criolla, que año con año, destinan una porción de la parcela para sembrar el maíz de húmedo. No obstante, la trascendencia de esta familia, por la dinámica del grupo, no fue posible documentar la participación y papel de la esposa.

Imagen 5. Familia 1, primera y segunda generación, maíz Jala

















Fuente. Fotografía tomada por el equipo de esta investigación,

Coapan, 2021. Archivo personal.

Familia 2.- Se ha tenido seguimiento a partir del año 2019. El padre, de 78 años de edad, cuenta con 4 hijos (3 hombres y 1 mujer).

Imagen 6. Esquema familiar del cultivo de maíz Jala, Coapan

Fuente. Elaboración propia.

En cuanto a las actividades agrícolas y la conservación de la semilla raza Jala, esta familia ha cobrado importancia en los últimos 4 años (2017-2021). El padre se dedica a la agricultura y siembra en su propia parcela. El hijo 2 (hombre de 40 años de edad, en imagen 7) se ha mantenido en las labores agrícolas de manera constante, al menos desde hace aproximadamente 10 años, cuando retornó de Estados Unidos a donde emigró para trabajar un par de años. De los cuatro hijos, este es el único que actualmente se empeña en conservar el maíz Jala. Similar al fenómeno que ocurre en la familia 1, aquí también se vislumbra una segunda generación que se extiende reafirmando un relevo generacional intrafamiliar en torno al cultivo del raza Jala. El hijo 2 ha involucrado de manera constante a su hijo de 10 años de edad en todas las labores del campo (véase imagen 6), especialmente en el proceso del cultivo de la variedad mencionada. Ambos se han organizado para seguir cultivando y acompañándose en esta actividad.

Entre 2017 a 2021 se han mantenido en los primeros lugares tanto del “Concurso del Elote más Grande del Mundo” como en el “Concurso de la Mazorca más Grande del Mundo”, en cuya edición más reciente (2021) de ambos eventos, se destacó la participación de este niño de manera independiente a su padre, quien le prestó una porción de parcela para sembrar los surcos de maíz Jala, obteniendo para el caso del Concurso del Elote (agosto 2021) el tercer lugar con un ejemplar de 41 cm de longitud sólo de grano a grano; mientras que en el Concurso de la Mazorca (diciembre 2021) se impuso con el primer lugar gracias a una mazorca de 40 cm de longitud de grano a grano.

Si bien se ahonda en la dinámica padre-hijo, es de destacar el papel de la madre de familia. Aunque su actuación se desarrolla en el espacio del hogar, también participa de actividades agrícolas como la siembra, mantenimiento y cosecha de los cultivos. En casa, ella es responsable de pequeños negocios, de la elaboración de derivados lácteos y de la producción de alimentos de traspatio, como frutales y crianza de gallinas.

Imagen 7. Familia 2, primera y segunda generación, maíz Jala













Fuente. Imagen tomada por el equipo de esta investigación,

Coapan 2021. Archivo personal.

Tanto en la familia 1 y familia 2, podemos destacar la trascendencia generacional que ha marcado identidad en la actividad agrícola con respecto al maíz Jala. Es relevante ir profundizando en el sentir que van uniendo una generación con la otra en la lucha por mantener y prolongar el saber en torno al maíz raza Jala. Por tanto, incita a dar seguimiento en estos fenómenos que van sumando memorias por ahora infantiles, pero que posiblemente trascenderán en fortalecer la identidad individual y colectiva de estas familias y la comunidad en su conjunto.

Intentando determinar y complejizar algunas razones por las que se ha venido desmotivando la siembra de maíz criollo, en el ejido de Coapan, algunos lugareños expresan haber estado afectados por los procesos migratorios, aunado a ellos también por la influencia de los padres quienes miraban un mejor futuro para sus hijos emigrando a Estados Unidos. Uno de los actores locales expresaba, “los padres nos decían, para qué estudias si te vas a ir a trabajar a Estados Unidos, y pos, cuando se empezaron a ir algunos más grandes que yo, y luego, luego, regresaban con carros, construían sus casas, eso también nos empezaba a inquietar por querer irnos a trabajar” (Flores, 48 años de edad, entrevista, enero 2020). Otros de los factores que también se han comentado es la propiedad de la tierra, pues para la mayoría de los padres no ha sido fácil heredar en vida una porción de parcela a los hijos. Algunos de éstos que siguen sembrando lo hacen mediante esquemas de arrendamiento, como en el caso de la familia 2. Caso contrario en la familia 1, el padre dio en vida fracciones de parcelas para que sembraran de forma independiente sus propios cultivos.

En este sentido, las iniciativas cambian, van tornando contextos sociales diferentes; tal es el caso de los jóvenes sin tierra, pero con propuestas alternativas para mejorar sus formas de vida y de la comunidad en su conjunto. De esta manera, en el ejido de Coapan se pueden destacar algunas iniciativas juveniles por mejorar las condiciones de sus huertos y con ello la alimentación, entre otras actividades que se van interrelacionando.

Familia 3.- En el año 2020 se dio el primer acercamiento con esta familia también originaria del ejido de Coapan. En el proceso de acercamiento fue notorio identificar el dinamismo que les integra y caracteriza como un grupo ampliado.

Imagen 8. Esquema familiar de actividades relacionadas a la Soberanía Alimentaria

Fuente. elaboración propia.

El padre, de 72 años de edad, es ejidatario y se dedica a sembrar sus parcelas. Entre los cultivos que actualmente maneja se encuentran frutales: predominantemente guayaba, aguacate y limón, aunque también sigue sembrando maíz. Es padre de 6 hijos (5 hombre y 1 mujer). El hijo 3 (44 años) es ejidatario por herencia de un familiar y recientemente se introdujo a la actividad apícola. El hijo 5 (38 años) se dedica a la agricultura, no es ejidatario, pero su padre le prestó una porción de parcela y ha venido sembrado frutales.

El hijo 1 (48 años), que no es ejidatario, actualmente desarrolla diversas actividades que, por iniciativa de su esposa y sus hijas, han emprendido juntos. Este hijo es el mayor de la primera generación de su padre, tiene 3 hijas (27, 20 y 15 años). Su esposa (47 años), recientemente inició con la elaboración artesanal de la tostada de maíz. Aunque al inicio ofrecía su producto en la localidad de Coapan, en la actualidad esta actividad se ha convertido en un negocio familiar que abastece a otras localidades del municipio de Jala. El crecimiento de su pequeño negocio los ha llevado a una integración constante en las diferentes actividades que el proceso requiere. Por ejemplo, es el esposo (hijo 1) quien realiza los repartos de los pedidos en las otras localidades, mientras que las hijas colaboran más en el proceso de secado y empaque de la tostada, por mencionar las actividades que comúnmente realiza cada uno. La hija mayor (27 años de edad), forma parte de la segunda generación de esta familia (véase imagen 8), misma que ha prestado gran interés por la conservación del huerto del abuelo, especialmente la franja nombrada por ellos como la “Tirita”. Ésta es un lugar especial donde toda la familia se involucra en el cuidado de los frutales y la limpieza (regar, podar y cortar los frutos, entre otras actividades) y también ha sido un lugar especial de esparcimiento en la familia. Actualmente en la “Tirita” se encuentran árboles frutales de guayaba, aguacate, granada y plataneras principalmente; además de otros cultivos como por ejemplo calabaza, pepino, fresa, piña, zarzamora y camote.

En los últimos dos años, la “Tirita” ha figurado como un lugar atractivo. Las miradas externas, en este caso a través de las iniciativas del gobierno municipal en la gestoría de turismo, empezaron a solicitar algunos desayunos particulares en este espacio rural. Con la reciente llegada del hotel Nukari Quinta Boutique (inversión privada) a la cabecera municipal de Jala, la “Tirita” pasó a formar parte de una estación de recorridos turísticos en el municipio, resaltando el valor de los espacios rurales, la alimentación tradicional y principalmente aunada al cultivo de maíz. Para el ejido de Coapan este incipiente fenómeno va uniendo algunas actividades locales que desarrollan las familias y que forman parte importante para que los visitantes aprecien, entre ellos, la degustación de sus quesos, leche, pan tradicional (gordita de maíz, pan elaborado con guayabate), el trabajo artesanal del destilado de agave y la piedra volcánica; en algunos de los casos se muestra el proceso de elaboración.

En este proceso de actividades en el ejido de Coapan ha sido importante la participación de la segunda generación de esta familia; pues la hija mayor (27 años de edad, nieta) ha figurado en la organización interna tanto familiar como colectiva para ir uniendo otras familias en la promoción turística rural. Si bien, las actividades involucran tanto a la familia como vecinos, esta figura juvenil ha marcado iniciativas distintas, entre ellas la revalorización de no solo el huerto y los frutales, sino también promoviendo la sensibilización de la comunidad en el rescate de la alimentación tradicional y con ello de los cultivos básicos que se han venido perdiendo a través del tiempo (vale destacar que ha estado entre las ganadoras de las tres ediciones del “Concurso de Cocina Tradicional Asociada a la Milpa”). Por ejemplo, la calabaza y el camote, los cuales no solo desde la producción en la parcela o el huerto, sino que es necesario traerlos a la mesa, rescatando las recetas ancestrales, como el tamal de calabaza que hacían las abuelas en su juventud y hoy ya no se está reproduciendo dicho saber tradicional. En este sentido, están marcando nuevas pautas que articulan y fortalecen la identidad interna y que a su vez puede motivar, ofrecer y enseñar al exterior.

Familia 4. En el caso de ellos, casi a la par que como se dio con la familia 3, se inició el acercamiento a principios del año 2020.

Imagen 9. Esquema familiar de actividades relacionadas a la Soberanía Alimentaria

Fuente. Elaboración propia.

El padre (67 años de edad) es ejidatario y se dedica a sembrar sus parcelas, principalmente maíz y calabaza. Su esposa (60 años de edad) es cocinera tradicional en la localidad de Coapan donde desde hace varias décadas se dedica a preparar alimentos para su venta los fines de semana, entre ellos: tamales, pozole y doraditas de maíz. Tienen dos hijos, un hombre y una mujer. El hijo 1 (hombre, de 22 años de edad, en imagen 9) se dedica a sembrar la parcela junto a su padre. Este joven, al terminar el bachillerato con especialidad de técnico agropecuario, se ha interesado en la elaboración de composta y la germinación de frutales. La hija (19 años de edad) colabora en la cocina con su madre, donde juntas atienden la venta de comida tradicional; sin embargo, en los últimos dos años, después de terminar su servicio social en nivel bachillerato y participar en un proyecto de huerto comunal (iniciativa de farmacia viviente), ha despertado el interés de mejorar y organizar su huerto de traspatio. Inició con pequeños surcos de fresa, cilantro, y algunas plantas medicinales. Cabe mencionar que en este huerto su padre ya tenía plantas de limón, chayotera, lima y aguacate. En este caso, ambos hijos le han prestado más atención a su huerto de traspatio, empleando quizá los conocimientos adquiridos, pero sobre todo revalorando la importancia de los huertos para la alimentación familiar, siendo ahora un espacio de interés para ambos.

En este sentido, tanto en la familia 3 y 4 se pueden detectar algunos aspectos similares. El interés que se está despertando en las nuevas generaciones por mejorar sus condiciones de vida en sus propios espacios rurales. Sobre todo, destacando la revalorización de sus huertos con un sentido que se complementa directamente con su alimentación, el fomento al rescate y reproducción de cultivos básicos en conexión con los platillos ancestrales y tradicionales. En todo caso, estas inquietudes, iniciativas y sentires de los jóvenes, son ahora una luz que marca quizá el inicio de nuevos procesos sociales en el ejido de Coapan. Los jóvenes, que aún sin propiedad de la tierra, pero alternos a la organización ejidal, ponen en manifiesto sus resistencias con una visión de construir y reconstruir las identidades y las territorialidades en torno a la Soberanía Alimentaria de Coapan.

Conclusiones

En el municipio de Jala, como en el resto de Nayarit, el privilegio de un modelo de agricultura empresarial-productivista orientada a la generación de “ganancias” más que de alimentos cultural y contextualmente situados, ha demeritado “prácticas y cultivos campesinos que son fundamentales a nivel local por sus aportes tanto para el autoconsumo familiar, como para la reproducción de saberes locales y el manejo de los agroecosistemas” (Madera y De Dios, 2021, p. 130).

En ese sentido, la unidad de análisis en este trabajo se orientó hacia las familias. Se buscó dar cuenta de la complejidad de la dinámica grupal, de sus actividades y la articulación de actores por género y generación. Centrar la mirada en el grupo familiar, sea nuclear o extendido, es de mayor riqueza pues se privilegia el análisis y entendimiento del proyecto colectivo de permanencia y continuidad rural, por encima de iniciativas personales.

Es importante mencionar que actualmente, al interior del ejido y de las familias, no todas las prácticas asociadas a la producción campesina de alimentos necesariamente se identifican, reconocen o llevan de manera agroecológica y/o sustentable. Lo anterior, como se ha ido documentando en el trabajo de campo, está asociado en gran medida tanto al menosprecio de la producción campesina como a las erráticas intervenciones, tanto gubernamentales como de instituciones académicas y/o de investigación públicas y privadas. Así, por ejemplo, en los premios del Concurso del Elote más Grande del Mundo, en sus inicios se otorgaban a los ganadores paquetes de fertilizantes e insecticidas o implementos para la aplicación de agroquímicos; luego, paquetes “orgánicos” pero para éstos últimos no se les indicaba cómo utilizarlos ni cuándo. Así, primero se les “acostumbró” a normalizar el uso de agroquímicos y, más recientemente con la puesta en boga de lo “orgánico” se percibe lo que hemos llamado “un lavado institucional de cara” al otorgar premios “orgánicos” sin un proceso de acompañamiento, transición y de reencuentro con dichas prácticas.

El lavado de cara pretende de algún modo, limpiar u ocultar, los impactos adversos de las intervenciones gubernamentales. La reducción del tamaño del elote y mazorca de la variedad raza Jala se deben, como ya fue documentado por otras investigaciones, por un lado, al desincentivo de la producción local de alimentos, que provocó a su vez la migración no solo de personas sino de saberes asociados al maíz; pero también favoreció a agentes empresariales e inversiones agroindustriales con la consecuente introducción de otros cultivos y variedades de semillas mejoradas. Sin embargo, como parte de la investigación que sustenta este texto se ha podido documentar, a partir de los testimonios, de hallazgos y otras evidencias, fenómenos climáticos que se visualizan en la reducción de la cantidad de lluvia, y por ende en el agua disponible y la humedad residual indispensable en un territorio como Jala. Otros factores, aunque no menos importantes, son el acceso y disponibilidad de tierras para algunos jóvenes quienes aun participando en la producción agropecuaria no disponen de ella, sino que acceden a través de préstamos familiares, arrendamiento o aparcerías con otros productores, lo que a la larga dificulta y obstaculiza la sucesión rural.

Uno de los puntos más sensibles encontrado en el presente estudio, es la inconformidad por parte de productores de maíz raza Jala con ciertas intervenciones y la discontinuidad tanto de tipo gubernamental como “de algunos centros de investigación y/o instituciones educativas, que se han acercado como apoyo técnico y se desvinculan sin terminar los procesos de capacitación” (Vázquez y Madera, 2020, p. 416). Lo anterior nos ha llevado en no pocos casos a cuestionarnos las estrategias de acompañamiento y a reconstruir los vínculos tanto en las localidades como en los casos de estudio; el proceso ha sido lento, pero se vislumbra positivo.

Desde el ámbito familiar y comunitario se está gestando un nuevo proceso social que se ve favorable por la posibilidad de relevos generacionales y de reconstrucción de procesos identitarios en torno al maíz raza Jala y la soberanía alimentaria. En los casos familiares presentados es innegable el interés de las “nuevas generaciones” por detonar y materializar procesos de sucesión rural y continuidad en torno al maíz raza Jala. Pero también de promover la instalación de huertos de traspatio, de emprendimientos familiares y de articular a otras familias hacía experiencias de desarrollo comunitario.

¿Hacia dónde queremos seguir caminando en estos acompañamientos? Por un lado, a seguir fortaleciendo los lazos con la milpa y sus aportes a la producción campesina de alimentos; al resguardo de la biodiversidad; a la valoración de sistemas alimentarios que provengan de la producción campesina de alimentos, saludables, nutritivos y culturalmente adecuados. Asimismo, al rescate y dinamización de la agroecología como modo de vida que pone en el centro prácticas y saberes campesinos para la construcción de intercambios justos que sigan marcando un alto cada vez más definitivo a los transgénicos y conservando nuestros maíces nativos.

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Entrevistas:

Flores, 48 años de edad, originario del ejido Coapan, entrevista semiestructurada, enero 2020.

Profesor-investigador en la Unidad Académica de Educación y Humanidades de la Universidad Autónoma de Nayarit. https://orcid.org/0000-0001-5801-2686. Correo electrónico: jmadera@uan.edu.mx.

 Doctora en Estudios del Desarrollo Global por la Universidad Autónoma de Baja California. Investigadora del Cuerpo Académico Actores Sociales y Desarrollo Comunitario de la Universidad Autónoma de Nayarit; https://orcid.org/0000-0002-2140-5707. Correo electrónico: citlali.vq@gmail.com.

 Doctor en Desarrollo Rural por la Universidad Federal de Rio Grande del Sur. Investigador del Cuerpo Académico Actores Sociales y Desarrollo Comunitario de la Universidad Autónoma de Nayarit. https://orcid.org/0000-0001-7252-3140. Correo electrónico: dagobertodediosh@gmail.com.

1 El diagnóstico inicial se da en el marco del proyecto de Ciencia Básica de CONACyT A1-S-17116 “Desafíos de la reconversión productiva y sus contribuciones para la construcción de seguridad alimentaria en municipios productores de tabaco en Nayarit”; posteriormente, en el marco de dicho proyecto se concretó la estancia posdoctoral (2020-2021) de unx de lxs autores de este artículo en el ejido de Coapan y, a la par, en 2021, desde el CA Actores Sociales y Desarrollo Comunitario de la UAN, empezamos actividades también focalizadas en el ejido de Coapan para un nuevo proyecto (319060, del fondo PRONACES-FORDECYT) de investigación e incidencia: “Transición agroecológica en la agricultura de pequeña escala en tres regiones agrícolas de México”.

2 Se localiza al sur del estado de Nayarit, entre los paralelos 21º 5’ y 21º 20’ de latitud norte y los meridianos 104º 18’ y 104º 31’ de longitud oeste. Limita al norte con los municipios de Santa María del Oro y La Yesca; al sur con los municipios de Ahuacatlán e Ixtlán del Río; con este mismo al oriente y al poniente con el de Santa María del Oro.

3 Las 24 familias que se tienen identificadas se distribuyen a lo largo del municipio de Jala. Sin embargo, cabe aclarar que para fines de este artículo solo recuperamos, a modo de ejemplo, cuatro grupos familiares en el ejido de Coapan.

4 Se trata de una empresa que tiene su matriz en Culiacán, Sinaloa, pero también tiene sucursales en Etzatlán y Ahualulco, Jalisco, cuyas zonas, por cierto, son líderes nacionales en la producción de este vegetal (Nieves, 2018).

5 Aunque no precisamente en torno a la agroecología y/o soberanía alimentaria, sí se considera relevante por la importancia en los procesos de revalorización de una actividad tradicional.

6 La celebración del Día Nacional e Internacional del Maíz surge el año de 2009 como una iniciativa ciudadana de diversas organizaciones de campesinxs y de la sociedad civil que conjuntaron sus resistencias a través de la Campaña Nacional Sin Maíz No Hay País en contra de las políticas anticampesinas neoliberales y del gran empresariado agroindustrial, promotores, entre otras cosas, de la siembra comercial de maíz transgénico y del uso de glifosato, así como causantes de la exclusión de la producción campesina e indígena de alimentos.


HorizonTes Territoriales, Vol. 2, Núm. 3, enero-junio 2022. Páginas: 1-23. ISSN: 2683-2895.

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